Hace unos días me regalaron una nariz de payaso, de esas de plástico, bien truchas. Me dijeron que dicen por ahí que detrás de ellas, los payasos esconden sus tristezas y temores, y a partir de eso, encuentran la manera de trasmitir alegría.
Al día siguiente, sólo por diversión, caminé muchas cuadras junto a una amiga y la nariz roja. No sé si le habré alegrado el día a alguien, pero me dio gusto ver a la gente sonreír, incluso reírse en voz alta en reacción a mi nariz roja. Yo no sentía que hacía el ridículo (o si lo sentía, pero no me pesaba). Yo creo que tienen algo especial, voy a empezar a hacer cosas así más seguido.
martes, 8 de diciembre de 2009
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